Atado fuertemente a una silla, el asaltante resistía sus ataques en silencio mirando constantemente a sus pies, sin levantar la vista. Su rostro estaba ya totalmente enrojecido, incluso amoratado. Pero se limitaba a tirar de sus ataduras cada vez que ella lo golpeaba de nuevo.
Embriagada de poder y calentura, terminó por cortar sus ropas y arrancárselas por completo. Quería humillarle, destrozarle, vengarse lo más posible del susto que le había dado allanando su casa, pero para su sorpresa, lo que presenció al terminar fue una gran erección...
Fue entonces cuando acabó de abalanzarse sobre él, le folló, se masturbó, tuvo varios orgasmos, le escupió, le insultó y humilló de una y mil maneras durante toda la noche.
Sólo cuando ella se retiraba a dormir, él, atado como estaba se decidió a hablar...
-Por favor, Más. Por favor...
¿cómo no iba a pedir más? Eso es una situación....impagable.
ResponderEliminarBrillante!!
ResponderEliminarSi eso fuera habitual creo que no dudaría en meterme a ladrón :P
ResponderEliminarO sea.............
ResponderEliminarPedazo de relato corto más cojonudo. Buenisimo!!!
Jajajaja.
P.D. Gracias por el recibimiento ;)