Hay mucho que lamer, que besar, que oler, que ansiar, por delante y por detrás, pero conviene recordar lo que se encuentra más abajo de sus tobillos, donde se sustenta su maravilloso cuerpo. Allí… besos calientes, dedo a dedo, poro a poro... Allí, abajo, se siente el verdadero placer de este juego, cada minuto más real: El placer de entregarse en cuerpo y alma a la amada.
Ahí es donde la charlatanería de la fantasía se convierte en demostración física y explícita. Convertir esa fantasía en el hecho de reconocer que no hay más placer que su placer ni más caprichos que sus caprichos. Ignorar tu cuerpo y tratar desesperadamente de adivinar sus movimientos para estar juntos a ellos… porque no hay vida más que la suya.
No lo haces por morbo, tampoco por fetichismo, es simplemente por el hecho de recordarle a tu ser idolatrado que te entregas a ella, que estás ahí para lo que desee. Porque para que el placer sea completo deseas hacerle sentir que eso que se mueve siempre por debajo de sus hombros está a su servicio, es de su propiedad. Caricia a caricia, beso a beso, quieres decir…
“Aquí estoy y a ti me entrego”.