5 sept 2011

Cornudo y adinerado.

Él era escritor, ella abogada, y le mantenía; y es que la escritura no da para vivir. Ese día llegó a casa muy preocupado. Le habían ofrecido un contrato por un dineral, como escritor para una revista erótica de éxito.

- ¡Pero eso es fantástico mi amor! Con ese dinero podremos darnos unas buenas vacaciones este año.
- Si.. bueno... pero ya sabes que yo nunca he escrito algo así, y me han pedido dos páginas para mañana por la mañana, para ver mi estilo dicen...

Ella sonrió, con toda la calma del mundo. Y seductora, se acercó a su oido.
- Tranquilo, esta noche, te sentarás frente al ordenador, que yo voy a ser tu musa...

Horas más tarde, se sentó frente a la pantalla, dispuesto a escribir algo. A su espalda, escuchó a su chica acercarse.. excitado ante la promesa que ella le había hecho, cerró los ojos. Ella se agachó y...

"Click"

Abrió los ojos confundido. Cuando lo hizo pudo verla sentada sobre el escritorio, con una sonrisa malvada en la cara. Entonces lo sintió. ¡Lo había esposado al escritorio!

 -Pero... pero ¿y esto?- No lo entendía, su vida sexual era bastante corriente, no tenía ni idea de dónde había sacado las esposas.
- Es por tu bien amor, así no podrás distraerte del trabajo... Ahora... ¿Preparado para la sorpresa?

Su voz, su sonrisa... la anticipación, se le estaba poniendo dura por momentos... Pero volvió a confundirse cuando ella se levantó a abrir la puerta...
*
 Ella le hizo pasar, su plan había dado un resultado perfecto, él no se esperaba nada de aquello, pero sabía que saldría bien, llevaba años sin atreverse a cumplir sus fantasías pero ahora iba a tomar el mando... Un hombre alto y rubio entró en a habitación, ya conocía el plan, así que ignoró con calma las protestas del encadenado. Comenzaron a besarse y ella lo atrapó contra la alta estantería del estudio, algunos libros cayeron alrededor, pero no les importó.
*
No se podía creer lo que veían sus ojos, su novia lo había encadenado a la mesa ¡y ahora se iba a tirar a otro allí mismo! La furia le embargó, les gritó y protestó, pero le ignoraron. Estaban empezando a desnudarse, ajenos por completo a él. Cuando le soltase, lo mataría, iría a por ese tío y entonces, entonces...

Entonces lo entendió.

Élla le había prometido ser su musa... Y había creado el escenario perfecto. En ese momento, viendo a ese tío mordiendo los pechos de su chica, la furia dio paso a la excitación, y fue tan intensa que se le escapó un gemido. Ella lo miró, sólo por un momento, justo antes terminar de arrancarse la ropa y hacer que se arrodillara para que le lamiera bien el clítoris.

Empezó a escribir como un loco, los gemidos de su chica le hacían sentir escalofríos, allí estaban, encaramados a las repisas y follando como animales, casi podía sentir la polla del tío penetrándola a fondo. Ella gemía y gemía, pedía más. EL otro la tomó en brazos y la embistió contra la estantería, donde los libros no paraban de caer a cada golpe que daban. Mientras él no podía más que sentirse inútil, masturbarse y describir, contemplar y contar la escenita en su ordenador. Los celos ahora eran sólo un cosquilleo delicioso que le estaban haciendo enloquecer...

Acabó convirtiéndose en su estilo de vida, y años más tarde, cuando los periodistas le preguntaban de dónde obtenía su inspiración, sólo respondía.


-De mi musa, siempre de mi musa...

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