EL calor del agua, el frío de los azulejos, el morbo de lo distinto, la suavidad del jabón, la desnudez compartida, las húmedas caricias, el contraste entre el agua y su lengua, la ternura de enjabonar otro cuerpo...
No se ha inventado nada mejor.
Habrá que probarlo en un hidromasaje.
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